Una compañía de seguros mandó a traducir sus pólizas a los profesores de inglés de su departamento de capacitación.
La redacción tenía tan poca precisión jurídica que la primera demanda que le interpusieron a la empresa de seguors implicó un gasto cinco veces mayor de lo que hubiera costado una traducción profesional.
La tentación de poner una traducción en manos de un conocido que sabe el idioma («es un genio, sabe mucho inglés…») o en un programa de traducción automática («total, si se entiende…») a veces es muy fuerte.
El resultado puede ser un texto ridículo, gracioso (en el mejor de los casos), que no logrará transmitir el mensaje del texto original. Quizá reciba una traducción comprensible, pero quien la lea será consciente de que no es un texto original, el idioma de partida creará interferencias en la comunicación. O las frases serán poco fluidas y habrá que leerlas dos veces para entenderlas. O carecerá de la precisión terminológica propia de su industria.
«Si un documento va a hablar por su empresa, vale la pena invertir en una traducción profesional especializada.»
VERONICA MAGÁN LACA
TRADUCTORA PÚBLICA E INTÉRPRETE

Estoy totalmente de acuerdo contigo porque como futuro traductor (aún estoy en tercero ;D) siento que nuestra profesión está muy poco reconocida y, sobre todo,valorada . Y esta situación se acentúa en ciertos países como por ejemplo, en España. Esto resulta muy triste, ya que parece que sólo los profesionales somos capaces de darnos cuenta del trabajo que conlleva realizar una traducción.