¿Qué son los Derechos Lingüísticos? ¿Y por qué los idiomas salvan vidas?

Día Mundial por la Defensa de las Lenguas (English version below)

Es un derecho de las personas tener acceso a información confiable en todo momento en su propio idioma. A instancias de la Global Coalition for Language Rights (Coalición Global por los Derechos Lingüísticos) el 22 de febrero es un día de acción mundial (#GLAD23, por sus siglas en inglés) para no perder de vista este derecho básico de todas las personas, con distintos eventos online para participar y conocer más.

Los idiomas salvan vidas, sobre todo cuando hablamos de situaciones límite. Aunque parezca algo obvio que las personas necesitan recibir la información en un idioma que puedan entender, esto no siempre se tiene en cuenta ante un escenario de catástrofe, como los desastres naturales, o la guerra. En estos casos, es crítico que las personas puedan contar de manera inmediata con la información necesaria para protegerse, defenderse o salvar sus vidas.

El idioma en que se comunica la información también influye en si la persona o comunidad que recibe dicha información, la va a considerar confiable, si va a creer en lo que escucha o lee. Una vez más, un tema clave ante un escenario de catástrofe, desastres naturales, zonas de conflicto o guerra. Las minorías y los inmigrantes, donde sea que estén, tienen derecho a poder comunicarse en su idioma.

En los procesos judiciales, militares o policiales, los inculpados y las víctimas tienen el derecho de ser asistidos por un traductor o intérprete, si no comprenden o no hablan el idioma del juzgado o tribunal. Y los juzgados deben garantizar la provisión gratuita del servicio para garantizar el debido proceso y la aplicación de justicia.

En los centros de salud, los pacientes y los familiares tienen derecho a la asistencia de un traductor o intérprete para comunicarse con los profesionales, entender el diagnóstico, aceptar la atención y confiar y seguir las indicaciones médicas para curarse o tratarse.

Entre las buenas prácticas inclusivas recomendadas para todas las oficinas públicas, cabe señalar la colocación de folletos informativos, carteles y otros medios visibles en todas las salas de justicia y comisarías de policía en los idiomas más utilizados en el distrito, con el fin de informar a toda persona acusada o sospechosa de sus derechos a traducción o interpretación gratuitas, así como el establecimiento de un registro de traductores e intérpretes debidamente calificados.

En cada país, los traductores o intérpretes calificados y habilitados por el Estado para asistir en la comunicación reciben distintas denominaciones. En algunos países se los llama Traductores Públicos, en otros Traductores Jurados, Traductores Oficiales o Traductores Certificados.

What are language rights, and how can languages save lives?

Global Language Advocacy Day

Everyone is entitled to have free access to reliable information in their own language at all times. Thanks to the commitment of the Global Coalition for Language Rights, February 22 is Global Language Advocacy Day (#GLAD23) to remind us about this basic human right with many events happening online where everybody can participate and join the conversation to learn more.

Languages save lives, especially in extreme situations. Even though it may seem obvious that people need to receive information in a language they can understand, this is not always taken into account during catastrophes, like natural disasters, or war. In those cases, it is crucial that people can immediately rely on the necessary information to protect and defend themselves, or save their lives.

The language in which the information is communicated also influences whether the individual or community who is receiving the information is going to trust it, if they are going to believe what they hear or read. Once again, a key issue when speaking about natural disasters, conflict zones, or war. Minorities and migrants, wherever they are, have the right to be able to communicate in their own language.

In judicial, military, or police proceedings, the accused and the victims are entitled to the right to be assisted by a translator or interpreter, if they do not understand or do not speak the language of the court, tribunal, or public office. And courts must ensure the free provision of the service to guarantee due process and justice.

In medical facilities, patients and their relatives have the right to receive the assistance of a translator or interpreter to communicate with the medical staff, understand the diagnosis, accept the treatment, and trust and follow the indications to cure or treat their condition.

Among the recommended best inclusive practices in all public offices, it is useful posting information brochures, signs, and other visual means in all justice rooms and police stations in the most widely used languages in the district, so that every accused or suspect is aware of their right to receive free translation or interpretation services, as well as setting up a register of duly qualified translators and interpreters.

Qualified translators and interpreters who are approved by the states to provide assistance are called differently in different countries. In some countries they are called Public Translators, in others, they are called Sworn Translators, Official Translators, or Certified Translators.

¿Cómo se dice: presentar una licitación o licitar?

El verbo licitar es válido tanto con el significado de ‘participar en una subasta o concurso público’ como con el de convocarlos.

En los medios es habitual encontrar frases como «Jujuy licita 8 parques solares en pequeñas localidades del interior provincial», «El Gobierno de Río Negro licitará diez áreas petroleras» o «Licitan una obra para un edificio público en Gualeguaychú».

El «sistema por el que se adjudica la realización de una obra o un servicio, generalmente de carácter público, a la persona o empresa que ofrece las mejores condiciones» se llama en español licitación; de quien se presenta a este tipo de concursos se dice que licita, y de la autoridad que hace la convocatoria, que saca a concurso (público), que saca a licitación o, también, que licita la obra o el servicio de que se trate.

Este último empleo de licitar se halla tan asentado que ya se incluye en la vigesimotercera edición del Diccionario de la lengua española, por lo que su uso en los ejemplos anteriores es completamente apropiado.

Esto no quita que pueda seguir optándose por las otras alternativas como recurso estilístico, de modo que también se pueden utilizar otras expresiones como convocar una licitación, llamar a licitación y sacar a concurso público.

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Fuente: https://www.fundeu.es/

“Cuyo”, el pronombre que lleva siglos resistiéndose a morir

Fuente: Verne – El País

Si el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe, como afirma el sevillano Luis Cernuda en su poema, el futuro de la lengua es una pregunta cuya respuesta nadie sabe. Podemos hacer predicciones a partir de la frecuencia de uso que dan los hablantes a determinados rasgos, palabras o estructuras, pero en la historia de los idiomas comprobamos que grandes procesos de cambio lingüístico que parecían muy decantados se paralizaron sorprendentemente, y que otros, al contrario, se precipitaron y resolvieron en poco tiempo.

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Si nos asomamos al mundo de las palabras, vemos que hay muchas que se han usado con vitalidad desde los orígenes del castellano: aunque el pan y el vino de la Edad Media no eran como los de hoy, con las palabras «pan» y «vino» el español fue haciendo un camino en el que cada hablante heredó estas voces de sus antecesores, las usó con frecuencia y las legó sin cambio, como en una carrera de relevos, a la generación siguiente.

Otras palabras, sin embargo, se nos perdieron en ese tránsito; algunas desaparecieron porque llegaron otras para reemplazarlas: por ejemplo, «pescudar» y «maguer» se apartaron a un lado y el relevo pasó a preguntar o aunque; otras palabras se quedaron en el camino porque nuestros antepasados dejaron de necesitarlas, como ocurre cuando un objeto deja de servir.

Pero el futuro de una palabra es una historia cuyo final tampoco existe, ya que, junto a los vocablos mantenidos vigorosamente en cabeza, están en la cola del pelotón varias palabras rezagadas que por su escasa frecuencia parece que no van a llegar a la meta, que no van a ser heredadas por la generación siguiente. Se emplean poco, parecen limitadas a un ámbito muy concreto como el de la lengua formal, nos suenan a otro tiempo… ¿Quién apostaría por su continuidad en el recorrido? Tal vez alguien que conociese la historia de «cuyo», el pronombre cuyo mañana es incierto.

La forma «cuyo» proviene del latín cuius-cuia-cuium, que pudo sentirse ya como un elemento arcaico en nuestra propia lengua madre; de ella la heredaron el portugués, el castellano y el sardo. En español se usa como relativo posesivo; es decir, indica pertenencia (posesión) y tiende un lazo (es un relativo, se relaciona) con un elemento previo (el antecedente) que señala al poseedor. Por ejemplo, en una frase como «Al programa vino un artista cuyo libro es un éxito», vemos que cuyo enlaza al poseedor, el artista, con lo que le pertenece, el libro.

«Cuyo» es una de esas palabras que no recibe los ánimos ni el impulso para sobrevivir en la carrera, pero que, pese a ello, resiste, llega y se traspasa a los nuevos hablantes. Empleada desde los orígenes del castellano, ha tenido constantemente un uso minoritario pero ininterrumpido en nuestra lengua; posiblemente hasta el siglo XVII fue algo más frecuente que en la actualidad (recordemos el «de cuyo nombre no quiero acordarme» cervantino), pero hoy se continúa diciendo «cuyo», sobre todo en la lengua más formal (por ejemplo, en giros como «en cuyo caso» o «por cuya razón») y se sigue incluyendo en los libros de español para extranjeros. «Cuyo» nunca ha sido usado en la conversación informal, pero la lengua escrita ha ido secularmente recogiendo el testigo de esta forma minoritaria. Solo hemos perdido un valor de cuyo: el interrogativo que significaba «de quién»; por ejemplo, “¿cúyo es?” como “¿de quién es?”, un sentido que en el siglo XX aún se rastreaba dialectalmente en Canarias y en países de América como Bolivia, Colombia o Ecuador.

«Cuyo» nació agonizando, «como un naipe cuya baraja se ha perdido» (como diría Cernuda), porque desde los propios orígenes del castellano tuvo un competidor muy preparado, que lo rebasaba constantemente: la combinación de que con su, en la que el primero es el relativo y el segundo el posesivo. La unión de «que» al posesivo «su» ha sido siempre más usada que el propio cuyo: muchas obras medievales no emplean jamás cuyo y sí que con su. Por ejemplo, en el propio Poema de mio Cid se dice “Maravilla es del Cid, que su honra crece tanto” y no “cuya honra”. Y los ejemplos con «que su» se multiplican hasta hoy. Si en el español elaborado sobrevive cuyo, en la lengua hablada el campeón es siempre «que su», por mucho que esta forma se considere poco aconsejable estilísticamente. De hecho, en los cursos de corrección estilística se llama “quesuismo” (fea palabra, sin duda) a esa unión de «que + su» y recomiendan que no digamos “Cernuda es un escritor que su abuelo era de origen francés” sino “un escritor cuyo abuelo era francés”.

Cuando pensamos en una lengua, tendemos a creer dos cosas erróneas: que lo hablado es inferior a lo escrito o, al contrario, que la lengua escrita es un remedo irreal de la lengua hablada. Y ambas ideas son falsas. En ese edificio de variedades que es una lengua, hay elementos que son muy comunes y casi exclusivos de la variedad más elaborada y formal, y otros que, en cambio, están limitados al español de la conversación. Pero ambos grupos conforman nuestra lengua, ambos grupos son (mitad y mitad, iguales en figura) la realidad del español. Por eso, donde habita el olvido de las palabras, de momento, no está cuyo, aunque lleve siglos como farolillo rojo de la competición lingüística para demostrarnos que las predicciones sobre la lengua son voces cuyos augurios no deberíamos oír sin escalofrío.

‘Cuyo’ y los cuyanos

Cuyo es también un relevante topónimo de la geografía hispanohablante. En la zona centro de Argentina, se sitúa la región de Cuyo; sus habitantes son llamados “cuyanos”. El nombre de lugar Cuyo nada tiene que ver con el pronombre relativo del español, pues se trata de un topónimo prehispánico derivado de la lengua huarpe. En la región de Cuyo (provincia de Mendoza) se sitúa la cumbre del Aconcagua, la cima más alta de América. Hay también un asteroide llamado Cuyo (propiamente se llama 1917 Cuyo) que fue identificado en 1968 desde el observatorio astronómico argentino El Leoncito, ubicado en la propia región cuyana.

La palabra “literalmente” se está usando, literalmente, para todo

Origen: Verne / El Pais

Hay gente que solo acepta el significado literal de «literalmente» y que no soporta que uno diga cosas como: «Estoy literalmente muerto de cansancio» o «con este atasco vamos a llegar literalmente la semana que viene».

En estos ejemplos, «literalmente» no quiere decir, como apunta el diccionario, «conforme a la letra del texto, o al sentido exacto y propio, y no lato ni figurado, de las palabras empleadas en él”. De hecho, es casi lo contrario: se utiliza para añadir énfasis a una frase cuyo sentido es figurado.

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El debate sobre esta palabra, que no es nuevo, ha vuelto después de un compartidísimo tuit en contra de este uso (y de su abuso por parte de los medios), que ha provocado centenares de respuestas.

Sin embargo, la RAE lleva ya un tiempo contestando en Twitter a dudas al respecto y la institución considera que no está mal usar el término “con valor ponderativo, para enfatizar o realzar que un hecho o cualidad es como se expresa”. Lo dice en respuesta a dudas sobre expresiones como “me moría literalmente de la risa” o “el atleta literalmente volaba sobre la pista”.

Es decir, el uso de “literalmente” (y «literal») para enfatizar es literalmente correcto.

Pero, a su vez, que este uso sea correcto no significa que sea siempre recomendable. Judith González Ferrán, lingüista de Fundéu, explica que el sentido enfático de “literalmente” a menudo no es adecuado y puede llevar a confusión. Sobre todo cuando no se trata de “un uso creativo consciente, sino de una coletilla que se añade sin pensar y por pereza”. Si leemos, por ejemplo, que «un estadio explota literalmente» durante un concierto podemos dudar en un primer momento de si se trata de un accidente o de un exitazo.

La extensión reciente de esta expresión puede proceder “de la lengua oral, cuando nos paramos menos a pensar en lo que decimos”, apunta la lingüista. Decir “literalmente” para enfatizar cosas literales (“fui a esquiar por primera vez, me caí y me rompí literalmente las piernas”) puede haber contribuido a que lo usemos para dar énfasis en frases no literales (“fui a esquiar por primera vez, me caí y literalmente me maté”). En muchos casos, recuerda, puede haber alternativas mejores.

La influencia del inglés

La opinión de González Ferrán es similar a la que da el científico cognitivo y lingüista Steven Pinker en El sentido del estilo: aunque el uso figurado de “literalmente” sea una hipérbole común y se suela entender en su contexto, puede molestar a los lectores, al dar la impresión de que no nos hemos parado a pensar en lo que queríamos escribir.

Pinker escribía sobre esta palabra porque en inglés también se ha extendido este uso de literally, hasta el punto de que el diccionario Merriam-Webster cambió el significado de la palabra para añadir el sentido figurado en 2013. De hecho, González Ferrán, de Fundéu, no descarta que la cultura anglosajona, una vez más, haya influido en contribuir a la moda de «literalmente» en español.

Los editores del diccionario inglés explicaban que solo recogían un uso que tiene antecedentes por escrito desde 1769. Y citaban algunos ejemplos, como “ardía literalmente con ingenio”, escrito en 1847 por William Makepeace Thackeray (autor de La feria de las vanidades). Es decir, «el empleo figurado de literalmente puede ser molesto, pero no es nada nuevo”.

En español y recurriendo al corpus del Diccionario Histórico de la RAE también resulta fácil encontrar usos figurados de “literalmente” (aunque evidentemente creativos). Por ejemplo, Juan Goytisolo escribía en Señas de identidad (1966): “Se sentía mecido y arrullado, penetrado y poseído, literalmente envuelto en la voz persuasiva del Doctor”. Y Emilia Pardo Bazán, en Los pazos de Ulloa (1886): “Don Eugenio, el abad de Naya, se abría literalmente de risa”.

Las mujeres llevan siglos liderando el cambio lingüístico

Las “líderes lingüísticas” están en contacto con personas de diferentes clases sociales y generaciones

Los jóvenes son los más receptivos a las formas nuevas del lenguaje. Experimentan y se apartan de la lengua estándar. No todas las innovaciones cuajan: algunas son modas pasajeras o no pasan de ciertos entornos, mientras que otras llegan a los manuales de gramática y a los diccionarios.

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Resulta imposible predecir qué modas lingüísticas acabarán consolidándose, pero si uno quisiera apostar, podría fijarse en los cambios que prefieren los líderes lingüísticos de cada grupo social. Que suelen ser mujeres.

Se trata de un hallazgo generalizado en sociolingüística, ya desde los estudios de William Labov, que en 1990 publicó un estudio en el que mostraba que las mujeres lideran el 90% del cambio lingüístico. El dato, que tiene antecedentes en estudios de dialectología de mediados del siglo pasado, lo recoge Gretchen McCulloch en su libro Because Internet, donde añade que es algo tan sabido entre los lingüistas que estudian este tema que les resulta “prácticamente aburrido” a los especialistas. Esta tendencia se ha ido confirmando en otros idiomas, periodos y regiones.

McCulloch cita otro estudio: Terttu Nevalainen y Helena Raumolin-Brunberg, de la Universidad de Helsinki, examinaron en 1993 unas 6.000 cartas personales escritas en inglés entre 1417 y 1681, y hallaron que las mujeres introducían cambios en su forma de escribir antes que los hombres, como sustituir el “ye” por el actual “you”. En inglés y en la actualidad, por ejemplo, ocurre con la entonación de las frases que termina al alza, un cambio introducido por mujeres.

También ocurre en español. Isabel Molina Martos, catedrática de la Universidad de Alcalá, apunta a Verne un ejemplo: la introducción de “¿sabes?” al final de algunas frases como una moda reciente introducida primero por mujeres. La lingüista, que publicó un estudio dedicado a este apéndice interrogativo, explica que este “¿sabes?” era más frecuente al principio en las mujeres, hasta que los hombres pasaron también a usarlo, ¿sabes?

Según escribe la lingüista Pilar García Mouton en un artículo publicado en la web del CSIC, las mujeres que actúan como “líderes lingüísticas” suelen ser “de clase media, no necesariamente jóvenes”. Se caracterizan por estar en contacto con personas de diferentes clases sociales y generaciones, lo que las ayuda a convertirse en “excepcionales agentes de difusión del cambio”. No se trata tanto de que inventen nuevos giros (que también), sino que identifican mejor hacia dónde se dirige el cambio lingüístico.

Más respetuosas con la norma

Aunque suene paradójico, otro de los hallazgos habituales en lengua es que las mujeres siguen más la norma lingüística que los hombres. Hablan y escriben con mayor corrección.

Entonces, ¿por qué incorporan innovaciones que se alejan de lo que suelen recomendar profesores y académicos? Como explica Molina Martos, “las mujeres se ajustan más a las formas que tienen prestigio en su comunidad de habla: a veces coinciden con la norma y otras veces no”.

En este sentido, Molina Martos pone el ejemplo del laísmo, “que no es normativo y es más frecuente en mujeres que en hombres (aunque estos también lo van incorporando)”. Hay que tener en cuenta que “todos los cambios lingüísticos en sus inicios no se corresponden con formas normativas pero pueden acabar aceptándose, como ha sucedido con el leísmo de persona, que hoy día está aceptado por la RAE, pero inicialmente no se aceptaba”.

De un modo parecido, las mujeres no suelen liderar cambios relacionados con la fonética, como podría ser la elisión de la de intervocálica (comprao por comprado). Estos cambios no suelen considerarse prestigiosos, ya que acostumbran a interpretarse como un rasgo de habla descuidada.

¿Por qué las mujeres?

Otra dificultad para los lingüistas es saber por qué las mujeres lideran estos cambios lingüísticos. Se han presentado varias explicaciones: por ejemplo, se ha propuesto que ellas podrían prestar más atención al lenguaje para compensar el desequilibrio aún existente en poder social y económico. El uso de la lengua sería una forma de indicar estatus.

También se ha apuntado el hecho de que las mujeres aún siguen mayoritariamente a cargo de los hijos, no solo en el hogar, sino a menudo en la escuela. Esto explicaría que las mujeres lideren el cambio y que los hombres sigan una generación más tarde. Como escribe McCulloch, “las mujeres aprenden la lengua de sus iguales, los hombres de sus madres”.

No es una idea nueva: en un artículo publicado en la web del CSICla lingüista Pilar García Mouton cita el Tesoro de la Lengua Castellana o Española, de Santiago Covarrubias. Publicado en 1611, el texto ya recoge “este protagonismo femenino en la enseñanza de la lengua y de sus usos sociales”, con ejemplos de palabras que las madres enseñan a sus hijos. Mouton señala además la importancia que cada vez tienen más los abuelos en el cuidado de los niños y cómo las abuelas adoptan expresiones de sus nietos al interactuar con ellos, en un proceso de retroalimentación y refuerzo.

Es probable que se trate de una mezcla de varios factores. Molina Martos recuerda que “hay mucha discusión acerca de las causas”. Tampoco podemos saber si se mantendrá en el futuro: “Las jóvenes actuales hablan de manera distinta -dice Molina Martos-. Estamos ante el cambio generacional más grande en la historia de las mujeres”. La forma de interpretar la norma y sus cambios puede ser muy diferente a como era hasta ahora.

Fuente: Verne El País

Autor: JAIME RUBIO HANCOCK 

Top 10 proofreading tips

Compartimos hoy el siguiente artículo sobre revisión de textos que hallamos en la web: Top 10 proofreading tips (en inglés) y que resulta muy útil para revisar la redacción. Estos son diez puntos básicos que toda revisión que se precie debe contemplar:

  1. Don’t rely solely on spellcheck
  2. Be clear
  3. Change your view
  4. Read your content backwards
  5. Read out loud
  6. Proofread when you’re most alert
  7. Break up the task
  8. Phone a friend
  9. Don’t chase perfection
  10. Call in the professionals

Leer más aquí:  https://espirian.co.uk/top-10-proofreading-tips/

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¿»constitución» con C o con c? Mayúsculas y minúsculas.

La traducción de idiomas, para ser una herramienta de comunicación eficaz entre culturas, debe ser efectuada por un traductor profesional con formación académica apropiada, experiencia y certificación profesional. Confiar la traducción de sus documentos a un traductor profesional especializado es una garantía de confianza, que le aportará claridad y certeza para desarrollar sus operaciones.

En expresiones como la Constitución argentina la Constitución española, lo adecuado es escribir la palabra constitución con inicial mayúscula y los especificadores (argentina, española…) con minúscula.

En los medios de comunicación es habitual encontrar diversas formas de escribir esas expresiones: «El diputado pidió reformar la Constitución Argentina», «Gran parte de las Constituciones chilenas tienen como principio básico la definición de un Estado unitario» o «El proyecto es dotar al país de una nueva Constitución».

La Ortografía de la lengua española señala que las constituciones suelen citarse de forma abreviada, utilizando el sustantivo genérico constitución escrito con mayúscula inicial: la Constitución.

Esa mayúscula, añade, no debe afectar a los especificadores que la acompañen: los padres de la Constituciónla Constitución argentinala Constitución española

Tampoco es apropiado extender la mayúscula a los usos plurales o genéricos, como señala también el Diccionario académicolas primeras constituciones bolivianaslas constituciones democráticasuna nueva constitución

Por esto, en los casos anteriores lo adecuado habría sido escribir «El diputado pidió reformar la constitución argentina», «Gran parte de las constituciones chilenas tienen como principio básico la definición de un Estado unitario» y «El proyecto es dotar al país de una nueva constitución».

En el caso de las alternativas carta magnaley fundamental y código fundamental, lo adecuado es, como señala la Academia, escribirlas siempre en minúsculas, pues se entiende que se trata de expresiones meramente referenciales y genéricas: «La ley fundamental boliviana», «La carta magna aprobada tras la muerte del dictador», «El código fundamental peruano»…

Pida un presupuesto inmediato y sin cargo para realizar la traducción de sus documentos. Escriba al correo electrónico: veronicamaganlaca@gmail.com

Fuente: Fundeu

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Mis redes para leer más sobre traducción y temas relacionados:

Words in the news: judge

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Written by Liz Potter

 

News that a pay review body has recommended pay rises of up to 32% for judges, taking the salary of the most senior from over £180,000 p.a. to over £240,000, has aroused comment in the UK media. Such huge rises for a small group that is already very well paid stand in stark contrast with the situation of other public sector workers such as teachers, doctors and nurses, whose pay has been capped at low levels for many years. The suggested rises, designed to end a recruitment crisis which has seen top barristers preferring to remain in their very well remunerated positions rather than moving to the bench, may not be approved in full. In the meantime, the story gives us the opportunity to look at the interesting noun judge.

judge is, of course, the person whose job is to make decisions in a court of law. While the role of judges varies in different judicial systems, in all of them a judge is a person who decides, whether about the meaning of the law or about the outcome of a particular case. The second meaning of judge in Macmillan Dictionary also refers to decision-making, in this case deciding who wins a competition. More broadly, a judge is anyone who decides what the correct thing to do is when there is a disagreement: the example given for this sense refers to a referee being the sole judge of the rules that apply to a sport or game.

If we say that someone is a good or a bad judge of something or no judge of something, we are talking about whether their opinions are generally valid or not; so if someone is a good judge of character, they are usually right about what a person is really like. If we say that someone should be the judge of something, we mean that they should rely on their own opinions rather than accepting those of others. If you tell someone that you will be the judge of something, you are telling them in no uncertain terms that you do not want or need their advice.

The first, judicial meaning of the word, meanwhile, is referenced in the expression judge and jury: if you ask who made someone judge and jury in a matter of importance, you are saying that they have too much power and that it would be better if that power was shared.

Judge came into English from the Old French ‘juge’, which came from the Latin word for a judge, ‘judex’. There is no space in this post to look at the related verb judge, but you can find all its meanings and its many grammatical patterns here.

Origin: MacMillan Dictionary

¿Presentar una licitación o licitar?

El verbo licitar es válido tanto con el significado de ‘participar en una subasta o concurso público’ como con el de convocarlos.

En los medios es habitual encontrar frases como «La Xunta propone licitar el puente de Paradai», «El Gobierno de Río Negro licitará diez áreas petroleras» o «El Ayuntamiento de Santa Eulària no sabe aún si licitará la nueva concesión del servicio de agua ni en qué condiciones se hará».

El ‘sistema por el que se adjudica la realización de una obra o un servicio, generalmente de carácter público, a la persona o empresa que ofrece las mejores condiciones’ se llama en español licitación; de quien se presenta a este tipo de concursos se dice que licita, y de la autoridad que hace la convocatoria, que saca a concurso (público), que saca a licitación o, también, que licita la obra o el servicio de que se trate.

Este último empleo de licitar se halla tan asentado que ya se incluye en la vigesimotercera edición del Diccionario de la lengua española, por lo que su uso en los ejemplos anteriores es completamente apropiado.

Esto no quita para que pueda seguir optándose por las otras alternativas como recurso estilístico, de modo que en el primero de los ejemplos iniciales se podría mantener licitar y en los dos últimos optar por «El Gobierno de Río Negro sacará a concurso diez áreas petroleras» y «El Ayuntamiento de Santa Eulària no sabe aún si sacará a licitación la nueva concesión del servicio de agua ni en qué condiciones se hará».

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Fuente: Fundeu.es

Origen: https://www.fundeu.es/recomendacion/licitar-uso-apropiado-1314/

¿Cuándo sabes que eres bilingüe? | Verne EL PAÍS

La edad, el nivel de competencia lingüística y el uso de ambas lenguas o de una u otra en función del contexto, son factores que nos ayudan a distinguir entre varios tipos de bilingüismo.

Un día te despiertas de la siesta y no puedes creerlo: has soñado en un un idioma distinto al primero que empezaste a hablar. Estás en el extranjero, cuentas un chiste en inglés, todos se ríen. Tú también. Congelas la imagen. Risas y una pregunta: ¿ya domino esta lengua?

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Hay todo un proceso detrás, pero son varias las señales que llevan a suponer que se maneja un idioma con fluidez. El humor, las emociones y los sueños son algunos de los indicadores que nos llevan a pensar que alguien es bilingüe.

«Que habla dos lenguas»

Pero, ¿qué es exactamente un bilingüe? Los límites entre monolingüe y bilingüe son difusos y han dado lugar a diversas definiciones académicas. Por un lado, la definición que dio el lingüista Leonard Bloomfield era tan restrictiva que sólo consideraba bilingüe a quien domina una segunda lengua como un nativo. En el otro extremo está la definición del también lingüista Jim Cummins, que considera bilingüe a cualquiera que pueda comunicarse en una segunda lengua incluso en conversaciones básicas.

Origen y nota completa: ¿Cuándo sabes que eres bilingüe? | Verne EL PAÍS