La minería es una actividad productiva en la que participan actores internacionales del ámbito privado y público en todos los niveles. Desde las grandes agencias internacionales que regulan la extracción de los minerales, hasta las Pymes barriales más pequeñas que son proveedoras de la industria, todas participan en la cadena de valor de la minería y tienen lo suyo para aportar.
La minería tiene una larga historia que acompañó el desarrollo de las civilizaciones. Esta relación entre la minería y el hombre comenzó por ejemplo con el temprano uso de las rocas como primeros elementos de caza, pasando por el descubrimiento del oro unos 5000 años a.C., y luego llegó el descubrimiento y las aplicaciones del cobre y el hierro, hasta alcanzar el lugar estratégico que ocupan hoy los minerales en todos los avances tecnológicos e industriales del mundo contemporáneo. Se dice que la minería es la madre de todas las industrias, ya que aporta los minerales que se emplean en todas las demás industrias.
En la actualidad, la minería es una actividad altamente regulada a nivel internacional y local, y se va adaptando constantemente a las nuevas demandas de la sociedad de mayor sostenibilidad y responsabilidad. Una de sus características es que atrae grandes inversiones por su gran potencial de rentabilidad, pero, como otras actividades extractivas, tiene impactos en el ambiente que deben ser cuidadosamente estudiados y atendidos antes, durante y después de las actividades. De manera que la vinculación entre la ciencia y la investigación con la minería es sumamente estrecha, ya que hay una búsqueda permanente por optimizar y ajustar los procesos para respetar a las comunidades y el ambiente. Las implicancias legales y políticas de la actividad minera están en permanente evolución, en busca de un equilibrio justo.
Por eso, cuando se habla de la minería, pensamos en las personas. La participación y el consenso de las comunidades es central para la planificación y desarrollo de la minería, por lo que el diálogo debe ser fluido entre actores privados, sector público y la sociedad civil. El lenguaje debe ser claro y relevante para que la comunicación sea honesta.
La producción de conocimiento, la actividad comercial, el desarrollo de estándares internacionales, la comunicación con la sociedad y la regulación de las actividades generan un flujo de documentos e intercambio en distintos idiomas que deben estar disponibles para que todos los participantes de la cadena de valor de la minería los puedan conocer, analizar e implementar en el desarrollo de sus actividades. Las grandes empresas mineras son pocas, pero actúan en todo el mundo. Y en cada localidad donde hay actividades mineras intervienen proveedores locales junto con proveedores internacionales, ya que algunas tecnologías se desarrollan en pocos países y se exportan a los sitios donde se necesitan. Entonces, el intercambio cultural, económico y social que acompaña a la minería es muy rico.
Los traductores profesionales especializados en minería son quienes trabajan meticulosamente para que los textos y comunicaciones en torno a la minería se puedan entender en todos los idiomas y entornos culturales. Estos traductores profesionales poseen formación especializada y experiencia relevante para comprender el contexto y los detalles de una actividad productiva tan compleja como la industria minera, y así es como se producen traducciones con valor lingüístico, técnico y legal. En este contexto, frente a una actividad tan compleja, las traducciones especializadas son el vehículo de comunicación que lleva las ideas a buen destino.
Cuando pensamos en minería, pensamos en grande. Traducir para la cadena de valor de la minería es traducir para que la grandeza de las civilizaciones evolucione de la mano de cada persona. Y este trabajo sí que vale oro.
